Mis hermanos en Cristo lean estas notas: En este mensaje de hoy les quiero dejar plasmado estos escritos que son muy edificantes para la relación de parejas, ahora que los tiempos son tan agotadores, existen cosas que vamos perdiendo al pasar los tiempos y que debemos recuperar, no dejar apagar esa llama que sentimos por nuestro Cónyuge, esperamos les sirvan.
Hombres, y mujeres: QUE TAN IMPORTANTE SON.
Todos nos acostumbramos a pensar en términos personales: yo, mi, me. Todos planeamos nuestras vidas alrededor de nosotros mismos. Todos naturalmente somos egocéntricos. Pero en el matrimonio, eso tiene que cambiar. De repente, ya no soy yo, soy nosotros. Qué raro. ¡Y qué difícil!
Ayer, si me daba la gana, salía a jugar al béisbol o me recostaba a leer un libro. Ayer, si yo quería, cambiaba de trabajo o no me rasuraba. Ayer, según mi antojo, compraba una Pepsi o me pasaba todo el día con mis amigos. Ayer, conforme a mis emociones, escuchaba himnos en la radio o me iba solo al monte. Ayer. Pero, ya no soy yo, soy nosotros. Qué raro. ¡Y qué difícil!
Creo que éste es el ajuste principal. Si lo logramos, los demás ajustes serán tanto menos complicados. Mi mentalidad tiene que cambiar de lo que yo quiera a lo que ella quiera. La mentalidad de ella tiene que cambiar de lo que ella quiera a lo que yo quiera. Y juntos debemos considerar lo que nos es bueno y provechoso a ambos.
La Biblia dice sin equivocación que Dios toma a dos y los hace uno. Esto significa que ya no debo vivir para mi bien, sino para nuestro bien. Significa que mi vida y su desarrollo quedan inseparablemente enredados con la vida de mi esposa. Nuestras vidas son para compartir entre nosotros. Debe existir entre nosotros un nivel de comunicación que no existe en ninguna relación que podamos tener con cualquier otra persona.
Hombres, y mujeres: QUE TAN IMPORTANTE SON.
Todos nos acostumbramos a pensar en términos personales: yo, mi, me. Todos planeamos nuestras vidas alrededor de nosotros mismos. Todos naturalmente somos egocéntricos. Pero en el matrimonio, eso tiene que cambiar. De repente, ya no soy yo, soy nosotros. Qué raro. ¡Y qué difícil!
Ayer, si me daba la gana, salía a jugar al béisbol o me recostaba a leer un libro. Ayer, si yo quería, cambiaba de trabajo o no me rasuraba. Ayer, según mi antojo, compraba una Pepsi o me pasaba todo el día con mis amigos. Ayer, conforme a mis emociones, escuchaba himnos en la radio o me iba solo al monte. Ayer. Pero, ya no soy yo, soy nosotros. Qué raro. ¡Y qué difícil!
Creo que éste es el ajuste principal. Si lo logramos, los demás ajustes serán tanto menos complicados. Mi mentalidad tiene que cambiar de lo que yo quiera a lo que ella quiera. La mentalidad de ella tiene que cambiar de lo que ella quiera a lo que yo quiera. Y juntos debemos considerar lo que nos es bueno y provechoso a ambos.
La Biblia dice sin equivocación que Dios toma a dos y los hace uno. Esto significa que ya no debo vivir para mi bien, sino para nuestro bien. Significa que mi vida y su desarrollo quedan inseparablemente enredados con la vida de mi esposa. Nuestras vidas son para compartir entre nosotros. Debe existir entre nosotros un nivel de comunicación que no existe en ninguna relación que podamos tener con cualquier otra persona.
"Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos" (Cantares 8.7).
Todo esto impacta en nuestras vidas en maneras tremendamente prácticas. Ya no juego al béisbol o al ajedrez con la frecuencia de antes. Ya no paso largas horas en compañía de mis amigos o de mis libros. Ya no salgo a pasearme solo con la frecuencia de antes. ¿Porque no me gustan esas cosas ya? ¡Claro que no! La cosa es que ahora tienen una importancia secundaria a mi relación con esposa. Aún me entretengo con algún juego o con mis amigos o solito, pero menos que antes. Igualmente con esposa; ella me ha puesto a mí y a nuestra relación en una posición semejante.
"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos" (1Jn 3:16)
Sacrificio de los deseos personales. Esa es la solución bíblica. Esa es la solución que traerá paz, armonía, satisfacción y gozo a toda relación matrimonial y familiar. En bastantes áreas, simplemente podrán tomar turnos. En cuestiones sexuales, es importantísimo que el marido dé preferencia a su esposa. Y en cuanto a qué lado de la cama cada uno usará...tal vez se tratará de quien renuncie sus deseos primero o de echar suertes.
Compartir las cosas y ponerse de acuerdo en como se usarán y en el tiempo que debe usarse son las características que le daran una mejor comunicación con su cónyuge. Esto motivará la respeto a la razón y sobre todo a la armonía en el hogar.
Valorar lo que el otro nos da y, por lo tanto, aporta a la relación. No esperes la perfección y aprecia los pequeños detalles y progresos. Imaginemos que empezáis la convivencia y acordáis que los dos, con el tiempo, sabréis hacer de todo. Tu compañera decide colgar los preciosos cuadros que adornarán la casa, expresando que es su primera vez y que lo va a intentar. Si en su primer intento de taladrar la pared, en lugar de un agujerito hace un agujerazo, no le castigues con un: “Todo lo que tocas lo estropeas… ¡Trae, ya lo hago yo!”. Es mejor valorar que lo ha hecho y mostrar confianza: “¡Has logrado hacer el agujero! ¡A ver qué tal te sale el segundo!”.
Tener paciencia los unos con otros y reconocer que hacer las cosas al gusto de cada quién tomará un poco de tiempo.
Porque el primer "te quiero" de dos personas marca el inicio del amor verdadero, reforzando ese sentimiento mutuo que acabáis de descubrir. Es el reconocimiento de que sois una pareja y de que estáis dispuestos a tener juntos un futuro de amor. Porque un "te quiero" en un momento de duda es el aliciente que necesitas para seguir adelante en tu relación. Y un "te quiero" cuando la vida te supera te devuelve la energía y las ilusiones perdidas.
Interesante verdad, apliquemos esto a nuestras vidas, ya que Jesús nos amó a nosotros primero y el nos manda a amarnos los unos a los otros. "...Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39).
Hasta la próxima entrega. Recuerda ¡Cristo viene ya! Búscale... Shalom