martes, 7 de octubre de 2008

Solo la sangre de de Jesucristo …limpia tus pecados

Gracias y paz de parte de Dios Altísimo y de Nuestro Señor Jesucristo.

Hola queridos hermanos que Dios colme sus corazones de bendiciendos hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Hoy como en cada entrega les traigo un tema que para mi es de mucha sastifacción, porque por su entrega por su preciosa sangre, hoy podemos decir, que somos libre; que nuestra vida cambio, nuestros pecados y nuestras culpas lavó, ya todo quedó atrás, como dice una alabanza, “Fue en esa cruz donde la historia cambió, donde la vida tomó otro sentido”. Por su preciosa Sangre.

Solo la sangre de de Jesucristo …limpia tus pecados
Hace más de 2000 años, Jesús el Hijo de Dios vino a este mundo con un niño y habitó entre los hombres y fue vista su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gloria y de verdad. (San Juan 1: 14)

Jesucristo, siendo inocente, puro y santo, sufrió y derramó su sangre preciosa y limpia al morir en la cruz por los pecados de todos nosotros, que somo s injustos y merecedores del castigo eterno.

Jesús pagó un gran precio por toda la humanidad, para que podamos llegar a Dios creyendo en El.

La Santa Palabra dice: “Pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunicación unos con otros, y la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:7-10)

Por tanto, todos somos pecadores, hemos ofendido a Dios, aun seguimos en contra de el y en condenación por nuestra vida de pecado.

Recibe a Jesús? Como tu salvador personal, Dile que entre a tu corazón y pídele que te perdone, y todos tus pecados serán limpiados por la sangre que Cristo derramó por ti, y tendras la salvación de tu alma, y la vida eterna en la presencia de Dios.

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