miércoles, 9 de marzo de 2011

Muchos se han olvidado de Dios

Que la santa Trinidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo bendigan a cada uno de ustedes, y que la Sangre de Cristo continúe redarguyéndolos de todo pecado.

Que tal queridos hermanos en la fe de Jesús Señor nuestro, luego de un fin de semana agitado, con tantas cosas que el hombre en inventa en el país, elecciones para candidatos, fiestas carnales (carnavales), actividades deportivas, marchas, entre otras. Muchos se han olvidado de algo importantes que es Alabar a nuestro Dios creador, le ponen más entusiasmo a las cosas mundanas que a las espirituales; llenarse cada día de la presencia de Dios, dejando a un lado el sacrifico de Cristo por nosotros; en ese mismo tenor quiero plasmarle el contenido de un tratadito, que me regalaron, talvez usted lo haya leído, o lo conoces, pero allá afuera existe un alma sin Jesucristo, y para ellos es esto que dice:

Muchos se han olvidado de Dios

El secreto para curar los males de nuestro siglo estriba en la diaria elección que debe hacer le hombre entre el bien y el mal, en la restauración de la fe cristiana que hemos perdido.
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien”. “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios”. (Salmos 14:1-2)

“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos”. (Salmos 10:4). Los hombres trata de ignorar a Dios y terminan por negarlo abiertamente. Se creen muy sabios en su propia opinión, pero toda la sabiduría que no conduce al conocimiento de Dios no es más que pura necedad.

Todos los intentos que se hagan por salir de la conflictiva situación del mundo actual resultan inútiles a menos que arrepentidos volvamos a orientar nuestra conciencia hacia el Creador de todos los seres. Los recursos que hemos reservado para nuestro beneficio han quedado muy empobrecidos para poder hacerlo; debemos reconocer, primeramente el horror perpetrado, no por alguna fuerza exterior, no por enemigos de clase, sino en lo íntimo de cada uno de nosotros, individualmente y en el seno de todas las sociedades.

“Porque la Palabra de la Cruz es locura a los que se pierden; mas a los que se salvan, es a saber a nosotros, es potencia de Dios”, (1ra. Corintios 1:18). “Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”. (Job 28:28) “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. (Lucas 12:15)

La vida no tiene como objetivo la percepción del éxito material sino la búsqueda de un valioso crecimiento espiritual. Toda nuestra experiencia terrenal no es sino una etapa de transición hacia una vida superior. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. (1ra. Juan 2:15)

“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
(Apocalipsis 20:6)

Las leyes materiales por sí mismas no explican qué es nuestra vida, ni le señalan ninguna dirección. Las leyes de la física y de la filosofía jamás revelarán la forma innegable en que el Creador participa constantemente en la vida de todos y cada uno de nosotros.

“Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre”. (Salmos 50:22). Los malos serán trasladados al Seol, Todas las gentes que se olvidan de Dios. (Salmos 9:17). Hay muchos que creen y confiesan a Jesús como su Salvador personal, pero también hay otros que lo rechazan.

¿Qué hará usted, querido lector? ¿Seguirá ignorando a Dios? Jehová le ama si usted arrepentido de corazón viene a Cristo. Dios perdonará sus pecados. "El dice Venid a mí todos los trabajados y cargados y yo os haré descansar". (Mateo 11:28).

Amado lector si sientes en tu corazón arrepentirte de todos tus pecado, haz y volverte a Cristo, has esta oración de corazón. “Señor Jesús yo confieso que soy pecador, que Tú moriste por mi en la cruz, y que resucitaste el tercer día, y estas sentado a la derecha del Padre, así también te doy la potestad de que te entrones en mi vida, que sea el Señor de mi corazón de mi casa; te acepto como mi único y suficiente salvador, perdona mis pecados e inscribe mi nombre en el libro de la vida. Amén”.

Visite una Iglesia y construya su vida sobre Jesucristo.

Hasta una próxima entrega. Shalom

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