lunes, 19 de abril de 2010

Cuando el pozo se cierra (Segunda parte)

Que el Dios Todopoderoso y nuestro salvador Jesucristo, les colme de grandes bondades.

Que tal queridos hermanos como lo prometido es deuda, aqui les traigo la segunda parte del estudio "Cuando el pozo se cierra" es un tema, como expresaba en el primero que nos acontece día a día, y que cada ser humano se enfrenta a esto, esperamos que le sirva de complemento en cualquier área débil de su vida.

Cuando el pozo se cierra (Segunda parte)
En la Biblia aparece el ejemplo de Isaac el hijo de Abraham. Analice conmigo el siguiente texto:“Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno. Y el Señor lo bendijo. Y el hombre se enriqueció, y siguió engrandeciéndose hasta que llegó a ser muy poderoso, pues tenía rebaños de ovejas y vacadas y mucha servidumbre, y los filisteos le tenían envidia. Y todos los pozos que los siervos de su padre habían cavado, los filisteos los cegaron llenándolos de tierra… Isaac volvió a cavar los pozos de agua que habían sido cegados…” (Génesis 26, 12-ss) Isaac era un hombre próspero, pues había heredado fortuna, pozos y tierras de su padre Abraham. Este le había dejado una buena herencia, pero también le había dejado una buena instrucción. Dios bendiga a los padres que se ocupan no sólo de la herencia, sino también de los herederos y se ocupan de dejarles una buena instrucción en el camino del Señor.

La fuente de la riqueza de Isaac era el pozo de agua que había heredado, pues esa tierra era desértica y el agua escasa; el que tenía el agua, tenía la fuente de la riqueza. Pero dice el texto que vinieron los filisteos y por envidia le cerraron el pozo, echándole tierra. De repente apareció alguien que le quitó lo que él tenía y que era muy valioso. En un instante desapareció la fuente, que quiere decir, desapareció lo que le daba tranquilidad, lo que le daba estabilidad a Isaac. Me está entendiendo. Aquello que era la base de la estabilidad de Isaac y de toda su empresa desapareció. Sé que me está entendiendo porque a lo mejor a usted también ya le a pasado. Alguien por envidia o por no sé que, ya le cerró el pozo a usted. Se fue esa persona y usted siente que la felicidad se le secó. Murió alguien muy amado y usted siente que el pozo de la alegría se cerró. Perdió ese empleo, se cayó ese negocio, pasó por ese fracaso, ocurrió esa desgracia… y usted siente que el pozo se cerró. Y lo más común es detenerse, paralizarse y lamentarse por lo ocurrido. Maldecir a quién nos cerró el pozo, llenar el corazón de odio hacia esa persona. Culparnos a nosotros mismos por nuestros errores y fracasos.

Note que la Palabra de Dios es clara con respecto a lo que hizo Isaac. Quiero que me entienda bien. Lo importante no es el fracaso por el que usted pase, sino lo que usted HAGA después de ese fracaso. Sabe lo que hizo Isaac, agarró sus herramientas y cavó otro pozo. Dijo: «Me cegaron este pozo, pero todavía tengo mis herramientas, tengo mis manos, tengo mi cerebro, tengo la fuerza y tengo lo que sembró mi padre en mí: Fe. Adelante, abramos otro pozo»

¿Por qué no hace usted lo mismo? ¿Por qué no vuelve a cavar su pozo? Lo curioso es que al seguir estudiando este episodio de la vida de Isaac, descubrimos que después de abrir el pozo, se lo volvieron a cerrar. Tres veces le cerraron el pozo, y tres veces lo volvió a abrir. Lo abrió tantas veces como se lo cerraron. Nada detenía a Isaac y: ¿sabe por qué? Porque Isaac estaba determinado a seguir luchando. Recuerde lo siguiente: “Pocos tuvieron éxito porque estaban destinados; muchos lo alcanzaron porque estaban DETERMINADOS” No renuncie nunca, por nada ni por nadie.

Sólo hay un grado de diferencia entre el agua caliente y el vapor de agua. Además, sabe que hacía Dios mientras tanto. Estaba esperando ver lo que haría Isaac. No intervino hasta después que Isaac había cavado tres pozos. Ni siquiera vimos a Isaac quejarse ni llorar ante Dios por su desgracia. El empezó haciendo lo que estaba a su alcance, poniendo todos sus recursos disponibles a trabajar. Ni siquiera oró pidiendo ayuda. Primero hizo todo lo que para él era posible. Después del esfuerzo de Isaac, Dios aparece y le dice: “Yo soy el Dios de tu padre Abraham, no temas porque yo estoy contigo. Y te bendeciré y multiplicaré tu descendencia” (Génesis 26, 24).

Con usted es igual. Antes de impartir la bendición, Dios necesita ver en usted la determinación y la capacidad de luchar Si ya ha perdido o le han quitado algún pozo, póngase a cavar otro. Explore nuevos horizontes. Determínese a no rendirse. Tome el mejor recurso que tomó Isaac: la Fe. Yo le tengo una tremenda noticia. Por cada pozo que se cerró, Dios pondrá otros tres frente a usted, si usted es capaz de cavarlos. Entonces: ¿Qué espera para ponerse a trabajar?

Muy fortificante verdad. Que la gracias de Dios permanezca en ustedes, hasta la siguiente entrega.

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